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Channel: frutas y verduras – Fotomerienda
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Muffins salados de calabacín

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Era inevitable que algún día me diera por hacer muffins salados. Son ideales para la cena, una comida de excursión, e incluso la merienda. Y el ingrediente principal lo tenía clarísimo: calabacín. Me encanta esta hortaliza, sobre todo en su variedad blanca, tanto, que mi compañero de piso me acusa de intentar colarlo en los platos siempre que tengo oportunidad. Espero que le gusten. ;)

Ingredientes para 9 muffins medianos:

  • 150 g de calabacín
  • 4 ó 5 lonchas de fiambre de pavo
  • 50 g de cebolla o cebolleta fresca
  • 2 huevos
  • 50 ml de aceite de oliva
  • 50 ml de leche
  • 150 g de queso crema
  • 200 g de harina
  • 1/2 cucharada de levadura química
  • sal fina
  • pimienta negra molida
  • orégano

Elaboración:

En un bol, mezclar la harina con la pimienta, el orégano, sal y levadura. Lavar y trocear el calabacín (no será necesario pelarlo). Cortar el fiambre en trocitos pequeños (en vez de pavo, creo que le iría genial unos trocitos de bacon) y picar la cebolla muy fina. Mezclar estos ingredientes con la harina y remover para que se mezcle todo.

En un cuenco grande, batir los huevos con el aceite, el queso crema y la leche hasta conseguir una mezcla homogénea. Incorporar harina con la verdura y mezclar con una paleta, sin importar que quede grumoso (sólo es necesario humedecer los ingredientes secos). Aunque no es imprescindible, los muffins quedarán más esponjosos si dejamos reposar esta masa al menos media hora.

Mientras, precalentar el horno a 180-190 ºC y engrasar un molde para muffins con aceite de oliva y un poco de harina, para evitar que la masa se pegue. Rellenar los huecos del molde hasta arriba. Hornear a la misma temperatura durante 30 minutos aproximadamente, hasta que los muffins estén dorados.

Pueden servirse calientes recién salidos del horno o fríos, que están igual de ricos.

Edit: Si se sustituye la leche y el queso crema por por un brick de 200 ml de nata líquida, el fiambre de pavo por jamón curado y además se añaden unos trocitos de queso curado, resultan unos muffins de lo más sabroso.


Brombeeren

Empanadillas rellenas

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He aquí una cena o comida de lo más versátil. ¿Que tienes una merendola con los amigos que es posible que se extienda hasta la cena? El día anterior preparas la masa siguiendo la receta de masa de empanada argentina de Recetas de rechupete, un par de rellenos diferentes que puedes dejar guardados en el frigo y cuando llegue la hora de zampar sólo tienes que estirar la masa, rellenar y al horno.

Éstas han sido un exitazo entre los catadores tanto en la versión de espinacas como la de caballa.
 

Ingredientes de masa para 8 personas:
(la masa sobrante se puede congelar)

  • 500 g de harina de trigo normal
  • 2 pellizcos de sal
  • 100 g de mantequilla a temperatura ambiente
  • 1 huevo
  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 cucharadas de leche
  • 150 ml de agua tibia
  • huevo batido para pintar la masa

 

Ingredientes para el relleno de espinacas:

  • aceite de oliva virgen extra
  • varios dientes de ajo
  • espinacas en hoja
  • sal
  • queso de cabra

 

Ingredientes para el relleno de caballa:

  • aceite de oliva virgen extra
  • cebolla
  • pimiento verde
  • tomate
  • tomate frito
  • lomos de caballa en conserva
  • sal
  • orégano

 

Elaboración de la masa:

En un bol grande introducir parte de la harina dejando unas 4 cucharadas de harina separadas para ir engordando la masa.
En el centro del bol, con una cuchara hacer un hoyo e introducir la mantequilla troceada y el huevo. Batir con una cuchara de madera desde el centro hacia afuera para ir mezclando con la harina poco a poco.

Añadir el aceite y la leche. En un vaso de agua tibia disolver la sal. Ir echando poco a poco el agua y seguir removiendo lo que empieza a ser la masa. Debe quedar una masa suave y elástica.

Preparar la zona de amasado. Espolvorear la encimera con harina, sacar la masa del bol y trabajar la masa con las manos durante unos 10 minutos hasta que quede elástica y homogénea. Dar forma de bola e introducirla en un bol huntado con un poco de aceite. Tapar el bol con film transparente e introducirlo en la nevera durante al menos 3 horas. (Yo preparé la masa el día anterior.) Para utilizarla sólo hay que sacar la masa de la nevera 15 minutos antes de empezar a preparar las empanadillas.
 

Elaboración del relleno de espinacas:

En una sartén dorar los ajos cortados en cuadraditos pequeños. Añadir las hojas de espinaca poco a poco y saltearlas hasta que se ablanden y sofrían. Sazonar y reservar.
 

Elaboración del relleno de caballa:

Preparar un sofrito con la cebolla, el pimiento verde y el tomate natural cortado todo en dados. (Yo no lo añado todo a la vez sino que mientras que voy picando los ingredientes dejo que el anterior vaya haciéndose, dejando la cebolla más tiempo para que se ablande y comience a dorarse.) Sazonar ligeramente y añadir un poco de tomate frito y la caballa escurrida del aceite que suele traer. Dejar cocinar unos minutos para que se integren todos los sabores. Corregir de sal y especiar con orégano.
 

Montaje de las empanadillas:

Precalentar el horno a 200 ºC con calor arriba y abajo. Forrar una bandeja con papel sulfurizado.

Una vez ya atemperada la masa, cortarla en cuartos y estirar cada porción con un rodillo sobre la encimera enharinada. (Es importante no amasar de nuevo, sólo estirar, porque si no la masa se volvería elástica.) Con un aro de emplatar o con un bol de borde fino, por ejemplo, ir recortando círculos de masa. Poner el relleno (espinacas con una rodaja de queso de cabra o caballa con verduritas), doblar la empanadilla, sellar (yo hice dos tipos de cierre para diferenciar las de espinacas, que iban marcadas con un tenedor, de las de caballa, que se cerraban con pequeños pliegues) y pintar con huevo batido.

Introducir en el horno y cocer durante unos 20 minutos o hasta que las empanadillas estén doraditas.
 

PS: Cuando vayáis a dar el primer bocado… ¡Cuidado que queman! ;)

Té Ceylan con frutas y flores

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Rosa y José Mª recorrieron parte del mundo esta primavera. Al pasar por Estambul se acordaron de cuánto me gusta compartir un té especial y especiado con los amigos. La mezcla de frutas y flores de la derecha ha sido regalo de ellos.

Gracias por el detallazo, pareja.

Mermelada de higos con azúcar moreno

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En casa nos encantan los higos. Es una fruta que disfrutamos al máximo en verano y como tenemos amigos y familiares con higueras siempre hay alguna bandeja repleta en el frigorífico. Este año se han tomado nuestros entusiasmos demasiado en serio y hemos juntado tantos higos ricos que tuvimos que hacer mermelada.

No dudé en consultar a la biruliciosa Carabiru para que me dijera cómo prepara ella la mermelada de higos y me llevó a esta estupenda receta de Esther Clemente.

Y como una entrada nunca tiene suficientes menciones le dedico esta receta a J_Bailon y a Pedruki, que les hacía ilusión aparecer por aquí (aunque igual hubieran preferido algo más magdalenoso :P).
 


 

Ingredientes:

  • 1 kg de higos limpios
  • 700 g de azúcar moreno
  • el zumo de 1 limón

 


 

Elaboración:

La noche anterior a la elaboración de la mermelada hay que limpiar los higos, partirlos en cuartos y echarlos en una olla junto con el azúcar moreno. Si tienen la piel fina se le puede dejar aunque yo pelé los míos. Remover la mezcla y dejar macerar durante doce horas en un sitio fresco.

Al día siguiente, poner la olla al fuego y añadir el zumo de limón. Cocer durante 50 minutos removiendo de vez en cuando para que la fruta no se pegue al fondo de la olla y quitando la mayor parte de las pepitas de los higos que se queden flotando en la superficie.

Cuando esté lista, verter en caliente en frascos que hayamos esterilizado o lavado en el lavavajillas en un programa de agua muy caliente. Llenar los botes hasta el borde y cerrar bien. Para conservar de forma adecuada la mermelada se volverá a esterilizar el bote ya lleno y cerrado, cociéndolo al baño maría durante unos 20-30 minutos aproximadamente.

Dejar enfriar y a la despensa.
 

Receta de pisto de mi madre

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Probablemente existan tantas recetas de pisto como madres hay sobre la faz de la tierra. Unas siempre usan determinadas verduras, otras le ponen huevo, algunas fríen todo en la misma cazuela… Yo os cuento cómo lo preparan mi madre y mi abuela materna. Es una receta con dificultad cero. Sólo hay que encontrar buena materia prima y dedicarle un poquito de cariño.
 

Ingredientes (cantidades orientativas para unas seis raciones, usando verduras de tamaño “normal”):

  • aceite de oliva
  • tomates
  • 2 cebollas
  • 2 pimientos verdes
  • 2 calabacines
  • 2 berenjenas
  • sal

 


 

Elaboración:

El pisto de mi casa se prepara friendo las verduras en sartenes o cazuelas distintas en función de lo que tarden en hacerse y la cantidad de aceite que necesitan. Es un poco más engorroso que hacerlo todo junto pero se consigue que cada verdura esté en su punto y que el pisto no quede aceitoso. Así que para comenzar a cocinarlo serán necesarias tres cazuelas diferentes.

Lo primero es pelar los tomates, cortarlos en trozos pequeños y ponerlos a freír con un poquito de aceite. Yo en esta ocasión necesitaba hacerlo en tiempo récord así que en vez del tomate natural usé una lata grande de tomate triturado y lo puse a freír a fuego medio removiendo de vez en cuando.

Lo segundo es picar la cebolla y ponerla a dorar en otra cazuela. Mientras, se corta el pimiento en trozos pequeños y se añade a la cebolla. Sazonar ligeramente e ir removiendo para que no se pegue.

Controlando los dos primeros pasos, pelar los calabacines, cortarlos en dados y saltear en una tercera cazuela. Esta necesitará un poco más de aceite que las otras. Removiendo de vez en cuando para evitar que se pegue, limpiar las berenjenas, cortarlas en dados del mismo tamaño y añadir junto con el calabacín. Sazonar y esperar a que se hagan.

Una vez listas todas las verduras, juntarlas en la cazuela de mayor tamaño, mezclar y dejar unos minutos más que se terminen de combinar los sabores. Rectificar de sal en caso de ser necesario.

En casa lo solemos servir tal cual pero a veces lo hacemos con huevos revueltos. De cualquier forma, está riquísimo.

Guisantes con jamón

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Esta es una de esas recetas muy sencillas de elaborar pero que todo lo que tiene de simple lo tiene de rico. Lo ideal es usar guisantes frescos en su elaboración pero a veces son imposibles de encontrar así que la suelo preparar con guisantes finos congelados.
 

Ingredientes cuatro personas (dos los tomaron de acompañamiento, dos de plato único):

  • aceite de oliva
  • 3 cebollas importantes
  • 800 g de guisantes congelados
  • 5 lonchas grandes de jamón curado
  • 2 copitas de vino fino de Montilla-Moriles
  • sal

 


 

Elaboración:

Picar la cebolla mientras se calienta un buen chorreón de aceite de oliva en una cacerola grande. Pocharla a fuego medio hasta que quede muy blandita y ligeramente dorada (en casa somos fanáticos de la cebolla y toda nos parece poca pero igual con un par de ellas hay suficiente). Sazonar ligeramente, que después el jamón le aportará más sal.

Cortar el jamón en tiras y agregarlo a la cebolla ya hecha, rehogándolo un poco. Añadir los guisantes, tal cual, congelados. Tapar la cacerola para que no se pierda vapor e ir removiendo de vez en cuando hasta que empiecen a arrugarse. Entonces es momento de añadir el vino y cocinar, ya sin tapa, unos minutos más hasta que estén en su punto. Corregir de sal si fuera necesario, y disfrutar en la mesa.

Mermelada de higo


Crema de calabaza de Carabiru

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Yo era ultrafan del puré de verduras. Ese superverde con mogollón de calabacín, y espinacas, y sus quesitos… (Que es prácticamente el único sitio donde tolero los quesitos, porque desde el año en que la asociación juvenil “La Cigüeña” hizo la serie de rutas por “la colonia a pie” allá por… pfffff, no sé, principios de los noventa, y nos daban quesitos en todas las meriendas y paradas de media mañana, les cogí bastante tirria). Hasta que lo de los quesitos se convirtió en una mala idea por aquello de una más que evidente intolerancia a la lactosa. Sé que puedo seguir haciéndolo sin lácteos pero ya no es lo mismo… Prometo readaptar la receta (probablemente a una crema de calabacín) para reconciliarme con el mundo de los purés y las cremas. Pero es que casi todos llevan algún tipo de queso/nata para darle ese punto único y lo entiendo y lo siento en el alma, porque a mí también me encanta.

Así que cuando mi exquisita amiga Carabiru me dijo “¡yo tengo una receta de crema de calabaza sin lácteos!” me salieron corazones de los ojos y en ese instante no cesé en mi empeño de buscar una calabaza digna de ser cocinada con su receta, porque ella suele usar las que cultivan su abuela y su madre y hay que tener buena materia prima para estar a la altura.

Había pensado directamente enlazaros la receta en su blog, que no podéis dejar de visitar, pero me apetecía ir matizando algunos detalles que para primerizos en esta receta pueden ser de utilidad, como por ejemplo, cómo pelar la calabaza sin perder la vida (o un dedo) en ello (detalle que me contó Biru, por cierto). Prácticamente siempre lo he hecho con calabaza cacahuete o Butternut (Cucurbita moschata), que es la que suelo encontrar en mi frutería, pero seguro que con otras variedades está igual de rica.
 

Ingredientes para 4 personas o 3 criaturas con hambre:

  • aceite de oliva
  • 1 puerro
  • 2 zanahorias medianas
  • 1 patata mediana
  • 500 g de calabaza
  • agua o caldo de verduras
  • sal
  • pimienta molida

 


 

Elaboración:

Limpiar y cortar el puerro y rehogarlo en un poco de aceite de oliva en una cazuela. Mientras se va ablandando, pelar y cortar la zanahoria en dados (todas las verduras irán cortadas a un tamaño similar). Una vez que el puerro esté transparente, añadir la zanahoria y pelar y cortar la patata, añadiéndola a la cazuela justo después.

Ahora llega el momento de pelar la calabaza. La primera vez que lo hice me vi a mí misma peleando con ella, cuchillo en mano, y he de reconocer que la cucurbitácea me estaba ganando… Así que la vez siguiente pregunté a la experta cómo lo hacía ella. Para este tipo de calabazas, la forma más sencilla de cortar y pelar es coger un cuchillo cebollero, el más grande que tengas en casa, y cortarla a rodajas transversalmente, como de un dedo de espesor. A continuación, coger un cuchillo puntilla y ya, con mucha más facilidad, pelar las rodajas. Para cortarlo a daditos, vuelves al cebollero y habrás ganado la batalla a la calabaza. (Suena una fanfarria de trompetas).
 


 

Mientras te peleas con la calabaza es importante ir removiendo la cazuela de vez en cuando, para que la rebelde patata no se agarre demasiado al fondo. Si piensas congelar parte del puré es recomendable no poner demasiada patata, porque congela regular y luego queda un poco escarchada la crema tras descongelarla.

Ya lista la calabaza, añadir con las demás verduras, sazonar levemente y dejar pochar todo a fuego bajo, removiendo de vez en cuando, hasta que empiece a ablandar. Mientras, se pueden limpiar los restos de la batalla y las tazas del desayuno. Cuando lo que hay dentro de la cazuela ya no cruje, añadir agua hasta que casi empiece a cubrir las verduras, o si tienes hecho, caldo de verduras. Lo que yo tengo en la foto de los ingredientes es una pequeña muestra de agüita de haber cocido acelgas, que guardé para recetas como esta o algún arroz.

Dejar cocer a fuego medio-bajo durante 30 ó 40 minutos (todo depende de la cantidad de crema que estés haciendo o lo gruesas que hayas cortado las verduras). Una vez listas, apartar del fuego y dejar enfriar un poquito antes de darle caña con la batidora. Por último, salpimentar al gusto.

Mermelada de naranja dulce

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El los últimos años mi madre y yo estamos entrando de puntillas en el mundo de las mermeladas. Aunque hay buenísimas mermeladas y confituras en la tienda pero algunas no son demasiado fáciles de encontrar. No sé si por nuestra situación geográfica o porque a los mercados no les interesan pero aprovechando grandes cantidades de fruta de temporada hemos hecho nuestros pinitos en la mermelada de higo y ahora también en la de naranja dulce, que hemos hecho a cuatro manos. Mi madre hace una carne de membrillo de lujo desde hace años pero le sale taaaan bien, que en eso no me he animado a participar aún.

Os pongo en situación: fruta riquísima de los naranjos de uno de mis tíos, una receta inspiradora encontrada en Al calor del horno, instrucciones precisas y buenas recomendaciones de una receta de mermelada de naranja amarga procedente de Inglaterra, detalles de elaboración de la mejor naranja confitada que he probado nunca… Juntas todo eso, le pones ganas y obtienes un resultado delicioso y sorprendente.

Creo que más de una vez he reconocido que no me gustan los dulces demasiado dulces así que los primeros ataques a la mermelada han sido poniéndola sobre paté y tostadas de aceite de oliva… y me ha encantado. Tengo pendiente combinarla algún bizcocho, probarla con crema de queso el día que me tome una pastilla de lactasa o usarla como salsa para alguna carne. ¡Se me ocurren muchas formas de disfrutarla!
 


 

Ingredientes para rellenar unos 5 botes pequeños:

  • 800 gramos de naranjas peladas y limpias
  • 3 naranjas más
  • 1 limón
  • 400 gramos de azúcar blanquilla

 


 

Elaboración:

Con un cepillo para frutas y verduras (¿que no tenéis? ya estáis tardando en correr al todo a cien a por uno), limpiar las 3 naranjas y el limón. Secarlas bien hasta que brillen como un diamante y con un pelador, sacar todas las tiras de piel que podamos, poniendo cuidado de no llevarse la pielecilla blanca. Cortarlas en juliana para que queden tiras finitas. Llenar de agua un cazo y ponerlo al fuego. Cuando arranque a hervir, echar las pieles de naranja y de limón y una vez que arranque de nuevo el hervor, cocer 10 minutos. Colar las pieles y refrescar bajo el grifo. Reservar. (Si veis mucho tropezón en mi mermelada es que mi madre y yo somos un poco brutas y cogimos las naranjas y el limón más grandes que había en el frutero. Eso sí, las más bonitas también eran).

Hacer el zumo de las cuatro piezas de fruta que habíamos pelado y reservar. La pulpa y las semillas que hayan quedado al exprimir, se pondrán en un cazo con un chorrito de agua y se cocerán a fuego lento para obtener su pectina. (También se pueden poner en una bolsa de tela de algodón y cocerlo junto al resto de la mermelada).

Mientras, pelar naranjas y limpiarlas muy bien hasta alcanzar los 800 g de fruta. Cortarlas en trozos pequeños y ponerlas en una cacerola amplia. Añadir las pieles escaldadas, el zumo de las tres naranjas y el limón, el azúcar y el jugo colado del cazo donde se ha estado hiviendo la pulpa y las semillas. (En la receta original pone trescientos gramos de azúcar y así lo hicimos nosotras pero hemos echado en falta un puntito más dulce así que he compensado la receta poniendo la mitad del peso de la fruta en azúcar).
 


 

(Si no hay tiempo de hacer todo el proceso, en este punto puede dividirse la elaboración, haciendo todo lo anterior por la noche y la cocción y preparación de los botes a la mañana siguiente).

Cocer a fuego medio hasta que alcance la consistencia de mermelada, removiendo de vez en cuando (seguro que hay trucos para ver si está ya la mermelada, o tiempos precisos de cocción pero para qué os voy a mentir, lo hicimos a ojo). Si se forma un poco de espuma es conveniente ir retirándola. Mientras se cuece la mermelada, esterilizar los botes que vayamos a usar para conservarla, poniéndolos en una olla con agua e hirviéndolos durante al menos 15 minutos. (Para que no traqueteen puede ponerse un paño limpio al fondo).

Verter la mermelada en caliente, llenando los tarros hasta el borde evitando las ganas de meter la cuchara y probarla ya. Cerrar bien, ponerlos bocabajo hasta que se enfríen y guardarlos en un lugar fresco y sin luz.

Mermelada de tomate

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Lo de las mermeladas se está poniendo interesante. Ya las he preparado de higo, de naranja dulce, de cerezas (ey, ¡que la de cerezas aún no la tengo publicada!)… y siempre he obtenido fantásticos resultados. ¿Por qué no probar la de tomate? Si tienes huerto en casa o has comprado más tomate de la cuenta para un salmorejo o un gazpacho es una buena forma de gastarlo y tener un acompañamiento delicioso para carnes o quesos.

Buscando qué proporción de azúcar usar encontré la mermelada de Javi Recetas y me pareció una receta redonda. De hecho él explica maravillosamente bien todos los detalles a tener en cuenta en la elaboración. Yo he aumentado la cantidad de ingredientes y he rescatado el jugo de los tomates pero básicamente es la misma receta.
 

Ingredientes para cuatro botes medianitos:

  • 1 kg de tomates limpios (mogollón de tomates sin pelar)
  • 250 g de azúcar moreno
  • 250 g de azúcar blanco
  • el zumo de 1 limón

 


 

Elaboración:

Lo primero de todo es buscar un com-pinche que os ayude a pelar los casi 2 kilos de tomates que se necesitan porque la verdad es que es una tarea entretenida. En esta ocasión lo hicimos con cuchillo pero Javi Recetas explica por aquí cómo perlarlos de forma más rápida. Mientras mi compinche pelaba yo iba realizando la eliminación de semillas sobre un bol para ir recogiendo todo el caldillo que soltaban los tomates. Como nos negábamos a perder tan magnífico elixir, colamos esa mezcla de jugo-pepitas y la añadimos a la olla de hacer la mermelada.

Una vez pelados y despepitados los tomates, aprovechar que el compinche sigue con el cuchillo en la mano y darle la carne del tomate para que la pique en trocitos pequeños y le quite las partes duras que pudieran quedar aún. A continuación, buscar una cacerola o una olla grande y poner en ella tomates troceados hasta que alcancen un kilo, el azúcar moreno, el azúcar blanco y el jugo de tomate. Remover para que se mezcle todo y dejar reposar al menos media hora.
 


 

Pasado ese tiempo se habrá disuelto el azúcar y quedará una especie de sopa-picadillo de olor maravilloso a la que hay que añadir el zumo de limón y poner al fuego. La primera parte de la cocción será a fuego medio-fuerte, desespumando si fuera necesario y removiendo constantemente, con cuidadito de no quemarnos. Cuando empiece a reducir se puede bajar un poco el fuego y dejar cocer hasta que el tomate tenga aspecto como de caramelo brillante y el caldo haya espesado ligeramente. ¡Ojo! ¡Sin dejar secos los tomates! En total mi mermelada estuvo cociendo unos 55 minutos pero dependerá de la caña que le deis al fuego, del tipo de tomate, del jugo… El sabor de la mermelada también cambiará un poco en función de la variedad de tomate usado y su acidez. Como toque final para ablandar la textura pero sin meter la batidora, se le puede dar un poco con un machacador de patatas (¿se llama así?). De esa forma se deshará un poquito el tomate pero sin perder cuerpo.

Mientras cuece la mermelada, esterilizar en una olla de agua hirviendo durante 20 ó 30 minutos los frascos y las tapas que se vayan a usar en su almacenamiento. Para que no traqueteen es recomendable poner un paño en el fondo de la olla y para sacarlos, usar unas pinzas metálicas (al menos con eso consigo yo no quemarme los dedos). Se secarán solos al momento. Entonces, llenar los botes hasta el borde con nuestra deliciosa y aromática mermelada de tomate y cerrar bien. Si quieres conseguir que te duren hasta un posible ataque zombie (seguro que es dentro varios meses) sólo hay que volver a esterilizar los botes llenos y cerrados. Eso sí, cuando los abráis habrá que consumir la mermelada en cuestión de un par de semanas o tu mermelada puede cobrar vida.

Chutney de mango

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¿Qué hago con un mango que sé que no me voy a comer solo? Mi primera idea: mermelada. Mi segunda idea: chutney de mango. Pero… la verdad es que no tengo ni idea qué es el chutney, ni qué lleva, ni cómo se prepara. Yo sólo lo había escuchado o leído alguna vez. Y como el nombre sonaba exótico y prometedor me decidí por la segunda idea.

Investigando un poco me enteré que el chutney es una especie de confitura de origen indio que mezcla frutas, verduras y especias y que puede tomarse acompañada de pan, queso, carne e incluso pescado. Pensé que debía estar muy bueno con lomo al horno o sobre unas tostas con foie así que me decidí a prepararlo.

Respecto a los ingredientes, hay tantos chutneys como opiniones así que decidí basarme una mezcla de recetas encontradas en blogs con unos toques de mi cosecha, es decir, lo que tenía en la despensa.

Ingredientes para un bote de buen tamaño:

  • 1 mango
  • 1 cebolla pequeña (salen dos en la foto pero me colé de cebolla, así que mejor una)
  • 1/2 pimiento rojo pequeño
  • 3 cucharadas de vinagre de manzana
  • 5 cucharadas de azúcar moreno
  • el zumo de 1 lima
  • 2 cucharadas de pasas
  • 5 semillas de cardamomo
  • 1 cucharadita de canela molida
  • 1 cucharadita de jengibre molido
  • 1/2 cucharadita de pimienta rosa
  • 1/2 cucharadita de sal

 

Elaboración:

Cortar la cebolla y el pimiento en juliana y el mango en trozos no demasiado pequeños porque luego en la cocción se deshace (por eso apenas se ven trocitos de mango en mi chutney, que yo fui muy lista y lo corté finito). Si las pasas no son pequeñitas, picarlas también un poco. Las semillas de cardamomo yo las puse enteras (perdón para el que las encuentre) pero creo que la próxima vez las pondré en un mortero y machacaré las semillitas del interior, al igual que hice con la pimienta rosa.

En una cazuela poner el vinagre, el azúcar y el zumo de lima y calentar a fuego medio, removiendo, hasta que el azúcar se haya disuelto por completo. Añadir todos los demás ingredientes y dejar que se vaya cociendo, a fuego lento y sin tapar, durante media hora, removiendo de vez en cuando. Para estas cantidades con media hora es suficiente pero a más cantidad de fruta y verdura, más rato de cocción. Estará listo cuando tenga consistencia de mermelada espesa.

El chutney se puede conservar en el frigorífico durante un par de semanas o guardarlo en la despensa conservado en botes de cristal esterilizados.

Romanesco

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El romanesco es una hortaliza que mola mucho y además está deliciosa. Cuando la vuelva a comprar preparo alguna receta para el blog.

Esta noche cenamos pizza

Pizza de calabacín y mozzarella

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En cuestiones gastronómicas, internet es lo mejor. O lo peor si tienes hambre. Es una tortura pero también es una estupenda fuente de ideas. Tengo en seguimiento en Tumblr un par de cuentas de recetas y fotos maravillosas capaces de ahogarte en babas sólo con ver su última entrada. Y eso pasó en cuanto vi la pizza de calabacín y anchoas de Alexandra’s Kitchen. ¡Flechazo inmediato!

Le hice prometer a Nachetz, mi maestro pizzero particular, que me prepararía una similar. Así que hace unos días sacó la harina italiana doble cero de El Amasadero de la despensa y empezó con la preparación de la masa de pizza.

Si os gusta preparar pan en casa os recomiendo enormemente visitar su web de “primeros auxilios para el panadero casero”. Se puede comprar online pero también podéis localizar sus harinas en un montón de puntos de venta diferentes. Allí hemos encontrado harina 00 especial para pizzas. Está molida muy fina y tiene mucha fuerza, aunque también necesita una fermentación muy larga, de al menos 24 horas para que el gluten se hidrate por completo. Eso implica que esta pizza no se puede improvisar en una tarde, a no ser que tengas en el congelador unas bolas de masa. ¡Preparar la masa de pizza es más cuestión de paciencia que de trabajo!

Ingredientes:

para la masa de 3 pizzas medianas:

  • 500 g de harina especial para pizza
  • 335 g de agua tibia
  • 10 g de sal
  • 8 g de levadura seca de panadero

para nuestra pizza:

  • 1/3 de la masa de pizza
  • un chorrito de aceite de albahaca
  • 1 diente de ajo
  • 1 calabacín pequeño
  • mozzarella rallada

Elaboración de la masa:

Para preparar la pizza Nachetz recomienda seguir ciegamente las instrucciones que da El Amasadero.

1.- Mezcla los ingredientes en un bol hasta que tengas una masa homogénea.

2.- Mete el bol en una bolsa de plástico, cierra y deja fermentar 8 horas.

3.- Tras este tiempo, divide la masa en tres trozos, mételos en un túper y deja fermentar en la nevera un mínimo de 24 horas (puedes dejarlo hasta 5 días en la nevera).

4.- Antes de hacer las pizzas, saca la masa de la nevera, haz bolas y déjalas reposar durante un par de horas a temperatura ambiente en una superficie espolvoreada generosamente con harina.

5.- Estira la masa, con las manos, con un rodillo (la opción menos recomendable, porque le saca mucho aire y la pizza pierde ligereza) o —y esto debería intentarlo todo el mundo—dándole vueltas en el aire. Si te atreves, verás que la masa se estira sin rasgarse.

6.- Condimente y al horno a potencia máxima hasta que esté dorada.

Cómo condimentar la pizza de calabacín y mozzarella:

Mientras se calienta el horno a tope y una vez estirada la masa, cortar el ajo en cuadraditos diminutos o prensarlo para repartirlo sobre la base. Verter sobre ella un hilito de aceite de albahaca. Se puede hacer perfectamente con aceite de oliva pero el aroma de albahaca le da un punto delicioso.

Laminar los calabacines con una mandolina o con un cuchillo con mucho arte y repartirlos sobre la superficie. A continuación meter en el horno hasta que empiece a burbujear la masa y comience a dorarse. Sí, sé que me he dejado atrás el queso pero es en este punto cuando se saca un momentín la bandeja de la pizza y se pone por encima la mozzarella para que se derrita sin quemarse. En cuanto se empiece a dorar, pizza fuera y ¡a disfrutar!


Mermelada de fresa

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La lista de mermeladas que he preparado con éxito va aumentando y aún tengo pendiente dejar por escrito alguna receta más. No es la primera vez que hago esta mermelada de fresa con un toque de vainilla pero sí que era necesario documentarla ya para tener las proporciones siempre a mano. A final de primavera suelen encontrarse fresas a buen precio en el mercado y con un sabor estupendo, ya que vienen más maduras que los meses anteriores. Ese es el mejor momento para hacer acopio y preparar una conserva para disfrutar de ellas los tiempos venideros.

Ingredientes por kilo de fresas:

  • 1 kg de fresas limpias
  • 500 g de azúcar blanco
  • el zumo de 1 limón medianito
  • 1 vaina de vainilla

Elaboración:

La preparación de la fruta es fácil en este caso. Sólo hay que cortar las hojitas y alguna parte más blanca del culillo de las fresas y partirlas en cuartos o en algún trozo más si son un poco grandes. En una olla amplia que permita luego cocer sin problemas (yo preparé kilo y medio de fresas), poner la fruta y el azúcar. Remover la mezcla y dejar macerar durante un par de horas para que las fresas se vayan aflojando.

Cuando las fresas hayan soltado bastante jugo, poner la olla al fuego y añadir el zumo de limón y las semillas de la vaina de vainilla. Dependiendo de la cantidad de fresas que se haya preparado tardará más o menos en cocer. El tiempo estimado para un kilo es de entre 20 y 30 minutos. Particularmente me gusta la mermelada fluida, así que prefiero quedarme corta de tiempo a que luego al enfriarse se haga un bloque. Para cocer la mermelada habrá que ponerla a fuego fuerte al principio, removiendo de vez en cuando, hasta que coja temperatura y quitando la espumilla que se pueda formar. A continuación, ponerla a fuego medio hasta que alcance la consistencia deseada, que para la de fresa, para mí, es que la gota que salga de la cuchara no esté líquida y tenga un poquito de densidad. (Sé que esto es difícil de explicar peeeero… Cuestión de hacer alguna mermelada y probar. Fijo que buenísima va a estar en cualquier caso).

Mientras se le echa un ojo a la cocción de la mermelada, preparar los frascos para el almacenaje, esterilizándolos junto con sus tapas en agua hirviendo durante 15-20 minutos. Se envasará la mermelada en caliente, llenando los botes hasta el borde, cerrándolos bien y poniéndolos bocabajo para que se haga el vacío mientras se enfrían.

¡Consejo extra! Probadla sobre una tostada sobre aceite de oliva y me contáis.

Higos blancos

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Nada como ir de visita a casa de una buena amiga y volver con merienda así de estupenda.

¿Otoño?

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Este año las castañas nos han pillado en bermudas.

Empanadillas primavera

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¿Recordáis la receta del pan plano? Pues es muy versátil y puede adaptarse para convertirla en unas empanadillas deliciosas. En casa las hemos probado con diferentes rellenos pero hemos cocinado uno tan tan rico que no me podía resistir a compartirla por aquí a ver si os inspira. Están estupendas recién hechas pero también se pueden preparar con antelación, dejarlas enfriar sobre una rejilla y comerlas frías o ligeramente tostadas de nuevo en sartén cuando venga bien. Así que es una receta perfecta para picnic o una reunión de amigos.

Ingredientes para la masa de 4 empanadillas grandes:

  • 260 g de harina de fuerza
  • 2 cucharaditas de levadura seca
  • 3/4 de cucharadita de sal fina
  • 1/2 cucharadita de azúcar moreno
  • 1 cucharada de aceite de oliva
  • 180 ml de agua

Elaboración de la masa de las empanadillas:

La masa de estas empanadillas se prepara de forma similar a la del pan plano. Lo suyo es empezar a prepararla después del desayuno para tenerla lista a mediodía; o a mediodía para la cena.

Poner en un bol grande todos los ingredientes secos, es decir: harina, levadura, sal y azúcar y mezclar. Añadir el aceite y el agua y, con una paleta o una rasqueta de plástico, comenzar a remover hasta que la harina se hidrate y permita un ligero amasado que se podrá hacer dentro del mismo bol o en una mesa enharinada. La masa estará un poco pegajosa pero sólo es cuestión de dejarla reposar unos minutos y darle un meneíllo más durante un par de minutos hasta que quede suave y elástica.

Dejar reposar la masa en un bol ligeramente aceitado y cerrada con tapa o film transparente durante 1 hora o hasta que doble de volumen. En función de las horas que tengáis por delante o que haga calor, también se puede dejar en el frigorífico para retrasar el levado.

Una vez que haya doblado de tamaño o queramos empezar a preparar las empanadillas, pasar la masa a una superficie enharinada y cortarla en 4 trozos de tamaño similar. Hacer unas bolas con ellos y dejarlas reposar, cubiertas con un paño para que no pierdan humedad, durante 20 minutos más. Durante este segundo levado es el momento perfecto para comenzar a preparar el relleno.

Ingredientes para el relleno de 4 empanadillas primavera:

  • 1 zanahoria
  • 1/2 cebolla
  • un poco de col lombarda
  • 3 longanizas frescas de cerdo sin tripa o 100 g de carne picada
  • brotes de soja
  • aceite de oliva
  • sal
  • pimienta negra molida
  • salsa de soja

Elaboración del relleno:

Poner a calentar un sartenón grande donde poder rehogar los ingredientes a fuego fuerte. Cortar la zanahoria en bastones y saltearla ligeramente con un poco de aceite. Apartar en un plato. Cortar la cebolla y la col en juliana y saltearlas juntas también a fuego fuerte añadiendo una pizca de aceite si fuera necesario. En cuanto se empiecen a aflojar, apartar junto con la zanahoria. Trocear las longanizas (nosotros usamos longaniza fresca porque ya viene aliñada pero la carne picada funciona igual) y ponerlas en la sartén. Dar unas vueltas a la carne hasta que comience a dorarse. En este punto, bajar a fuego medio, poner la verdura que ya habíamos salteado, los brotes de soja y salpimentar ligeramente. Añadir un chorreón de salsa de soja y remover para que se integren los sabores.

¡Ya está listo el relleno! Se tarda más en escribirlo que en hacerlo.

Montaje y cocción de las empanadillas:

Para extender la masa no hará falta rodillo. Usa los dedos o las palmas de las manos, pasando la masa de una a otra, hasta darle una forma circular de un palmo de diámetro. Lo único importante es que el grosor sea uniforme para que no se nos desparrame el relleno en la sartén, pero vaya, que tampoco sería el fin del mundo.

Una vez extendida la masa, poner la cuarta parte del relleno sobre un lado de cada empanadilla y cerrar, al estilo empanada. Mientras montamos las empanadillas es conveniente poner a calentar una sartén grande a fuego medio-alto o el horno en caso de que las queráis hornear. Yo he usado una cazuela con tapa porque es rápido y cómodo y la tapa consigue hacer un efecto horno muy apañado. Por eso estas empanadillas son una receta estupenda para verano ya que no se caldea la cocina ni requieren electricidad (tenemos gas en casa y la luz está muy cara).

Colocar las empanadillas en la sartén o en la cazuela, sin aceite, a fuego medio y dejar cocinar por una cara hasta que comience a dorarse la base (reconozco que no medí el tiempo). Cuando se note que se despegan con facilidad, dar la vuelta a las empanadillas con ayuda de una paleta plana, y cocinar por el otro lado hasta que suceda lo mismo. La tapa permite que se hagan de forma más uniforme pero si no tenéis tapa la única precaución es que el fuego esté más bajo para que suba la masa por dentro sin que se queme el exterior.

Una vez doraditas se pueden comer directamente o dejarlos enfriar sobre una rejilla para consumirlas más adelante.

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