Yo era ultrafan del puré de verduras. Ese superverde con mogollón de calabacín, y espinacas, y sus quesitos… (Que es prácticamente el único sitio donde tolero los quesitos, porque desde el año en que la asociación juvenil “La Cigüeña” hizo la serie de rutas por “la colonia a pie” allá por… pfffff, no sé, principios de los noventa, y nos daban quesitos en todas las meriendas y paradas de media mañana, les cogí bastante tirria). Hasta que lo de los quesitos se convirtió en una mala idea por aquello de una más que evidente intolerancia a la lactosa. Sé que puedo seguir haciéndolo sin lácteos pero ya no es lo mismo… Prometo readaptar la receta (probablemente a una crema de calabacín) para reconciliarme con el mundo de los purés y las cremas. Pero es que casi todos llevan algún tipo de queso/nata para darle ese punto único y lo entiendo y lo siento en el alma, porque a mí también me encanta.
Así que cuando mi exquisita amiga Carabiru me dijo “¡yo tengo una receta de crema de calabaza sin lácteos!” me salieron corazones de los ojos y en ese instante no cesé en mi empeño de buscar una calabaza digna de ser cocinada con su receta, porque ella suele usar las que cultivan su abuela y su madre y hay que tener buena materia prima para estar a la altura.
Había pensado directamente enlazaros la receta en su blog, que no podéis dejar de visitar, pero me apetecía ir matizando algunos detalles que para primerizos en esta receta pueden ser de utilidad, como por ejemplo, cómo pelar la calabaza sin perder la vida (o un dedo) en ello (detalle que me contó Biru, por cierto). Prácticamente siempre lo he hecho con calabaza cacahuete o Butternut (Cucurbita moschata), que es la que suelo encontrar en mi frutería, pero seguro que con otras variedades está igual de rica.
Ingredientes para 4 personas o 3 criaturas con hambre:
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- aceite de oliva
- 1 puerro
- 2 zanahorias medianas
- 1 patata mediana
- 500 g de calabaza
- agua o caldo de verduras
- sal
- pimienta molida
Elaboración:
Limpiar y cortar el puerro y rehogarlo en un poco de aceite de oliva en una cazuela. Mientras se va ablandando, pelar y cortar la zanahoria en dados (todas las verduras irán cortadas a un tamaño similar). Una vez que el puerro esté transparente, añadir la zanahoria y pelar y cortar la patata, añadiéndola a la cazuela justo después.
Ahora llega el momento de pelar la calabaza. La primera vez que lo hice me vi a mí misma peleando con ella, cuchillo en mano, y he de reconocer que la cucurbitácea me estaba ganando… Así que la vez siguiente pregunté a la experta cómo lo hacía ella. Para este tipo de calabazas, la forma más sencilla de cortar y pelar es coger un cuchillo cebollero, el más grande que tengas en casa, y cortarla a rodajas transversalmente, como de un dedo de espesor. A continuación, coger un cuchillo puntilla y ya, con mucha más facilidad, pelar las rodajas. Para cortarlo a daditos, vuelves al cebollero y habrás ganado la batalla a la calabaza. (Suena una fanfarria de trompetas).
Mientras te peleas con la calabaza es importante ir removiendo la cazuela de vez en cuando, para que la rebelde patata no se agarre demasiado al fondo. Si piensas congelar parte del puré es recomendable no poner demasiada patata, porque congela regular y luego queda un poco escarchada la crema tras descongelarla.
Ya lista la calabaza, añadir con las demás verduras, sazonar levemente y dejar pochar todo a fuego bajo, removiendo de vez en cuando, hasta que empiece a ablandar. Mientras, se pueden limpiar los restos de la batalla y las tazas del desayuno. Cuando lo que hay dentro de la cazuela ya no cruje, añadir agua hasta que casi empiece a cubrir las verduras, o si tienes hecho, caldo de verduras. Lo que yo tengo en la foto de los ingredientes es una pequeña muestra de agüita de haber cocido acelgas, que guardé para recetas como esta o algún arroz.
Dejar cocer a fuego medio-bajo durante 30 ó 40 minutos (todo depende de la cantidad de crema que estés haciendo o lo gruesas que hayas cortado las verduras). Una vez listas, apartar del fuego y dejar enfriar un poquito antes de darle caña con la batidora. Por último, salpimentar al gusto.