Lo de las mermeladas se está poniendo interesante. Ya las he preparado de higo, de naranja dulce, de cerezas (ey, ¡que la de cerezas aún no la tengo publicada!)… y siempre he obtenido fantásticos resultados. ¿Por qué no probar la de tomate? Si tienes huerto en casa o has comprado más tomate de la cuenta para un salmorejo o un gazpacho es una buena forma de gastarlo y tener un acompañamiento delicioso para carnes o quesos.
Buscando qué proporción de azúcar usar encontré la mermelada de Javi Recetas y me pareció una receta redonda. De hecho él explica maravillosamente bien todos los detalles a tener en cuenta en la elaboración. Yo he aumentado la cantidad de ingredientes y he rescatado el jugo de los tomates pero básicamente es la misma receta.
Ingredientes para cuatro botes medianitos:
- 1 kg de tomates limpios (mogollón de tomates sin pelar)
- 250 g de azúcar moreno
- 250 g de azúcar blanco
- el zumo de 1 limón
Elaboración:
Lo primero de todo es buscar un com-pinche que os ayude a pelar los casi 2 kilos de tomates que se necesitan porque la verdad es que es una tarea entretenida. En esta ocasión lo hicimos con cuchillo pero Javi Recetas explica por aquí cómo perlarlos de forma más rápida. Mientras mi compinche pelaba yo iba realizando la eliminación de semillas sobre un bol para ir recogiendo todo el caldillo que soltaban los tomates. Como nos negábamos a perder tan magnífico elixir, colamos esa mezcla de jugo-pepitas y la añadimos a la olla de hacer la mermelada.
Una vez pelados y despepitados los tomates, aprovechar que el compinche sigue con el cuchillo en la mano y darle la carne del tomate para que la pique en trocitos pequeños y le quite las partes duras que pudieran quedar aún. A continuación, buscar una cacerola o una olla grande y poner en ella tomates troceados hasta que alcancen un kilo, el azúcar moreno, el azúcar blanco y el jugo de tomate. Remover para que se mezcle todo y dejar reposar al menos media hora.
Pasado ese tiempo se habrá disuelto el azúcar y quedará una especie de sopa-picadillo de olor maravilloso a la que hay que añadir el zumo de limón y poner al fuego. La primera parte de la cocción será a fuego medio-fuerte, desespumando si fuera necesario y removiendo constantemente, con cuidadito de no quemarnos. Cuando empiece a reducir se puede bajar un poco el fuego y dejar cocer hasta que el tomate tenga aspecto como de caramelo brillante y el caldo haya espesado ligeramente. ¡Ojo! ¡Sin dejar secos los tomates! En total mi mermelada estuvo cociendo unos 55 minutos pero dependerá de la caña que le deis al fuego, del tipo de tomate, del jugo… El sabor de la mermelada también cambiará un poco en función de la variedad de tomate usado y su acidez. Como toque final para ablandar la textura pero sin meter la batidora, se le puede dar un poco con un machacador de patatas (¿se llama así?). De esa forma se deshará un poquito el tomate pero sin perder cuerpo.
Mientras cuece la mermelada, esterilizar en una olla de agua hirviendo durante 20 ó 30 minutos los frascos y las tapas que se vayan a usar en su almacenamiento. Para que no traqueteen es recomendable poner un paño en el fondo de la olla y para sacarlos, usar unas pinzas metálicas (al menos con eso consigo yo no quemarme los dedos). Se secarán solos al momento. Entonces, llenar los botes hasta el borde con nuestra deliciosa y aromática mermelada de tomate y cerrar bien. Si quieres conseguir que te duren hasta un posible ataque zombie (seguro que es dentro varios meses) sólo hay que volver a esterilizar los botes llenos y cerrados. Eso sí, cuando los abráis habrá que consumir la mermelada en cuestión de un par de semanas o tu mermelada puede cobrar vida.